Improvisando una mesa camilla, alumbrándonos con unas velas y saboreando un vino, ya teníamos el tablao flamenco preparado.
Llegó el cantaor y el maestro a la guitarra, sólo faltaban los ilustres invitados... pero no llegaban.
Cuatro tardes de arte, un privilegio el tener a estos artistas para lo que el respetable dispusiera... pero no llegaban.
Nos enseñaron los distintos palos del flamenco, como hay que llevar la cadencia de las palmas -todo un arte- y sentarnos en una caja para sacarle ritmo.
Conocimos a los maestros del considerado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, desde casi sus orígenes hasta los artistas más recientes, de los míticos cantaores del s. XIX hasta el maestro que nos dejó recientemente y que ha sido una importante influencia en el flamenco clásico y de vanguardia.
La gran voz de Sergio, acompañada del virtuosismo y profesionalidad de Vicente, nos hizo ver (y oir), a los profanos y desconocedores de esta disciplina, que el flamenco tiene otro color: más cercano, más intimista y mucho más profundo de lo esperado.
Diputación puso a disposición del pueblo, un taller interesante, educativo y artístico, donde el flamenco, como protagonista, se nos presentaba para darnos la oportunidad de tener a unas personas dispuestas a regalarnos una base en flamencología.
Pero una vez más se desaprovecha, lo que nos ofrecen, -además de forma gratuita- para ampliar nuestros conocimientos o sólo por el placer de disfrutar de este arte tan nuestro, en compañía de dos personas, Sergio y Vicente, con una paciencia infinita para llevar a buen término esta iniciación al cante andaluz.
Personalmente espero que podamos repetir, esta vez con más seguimiento, una continuación de otro taller de flamenco, para disfrute de los aficionados de este gran arte.
Gracias infinitas a Sergio, Vicente y Belén.
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