El mentideroLa alternancia política siempre es buena, y necesaria, de este modo se da la posibilidad a otras personas de demostrar su valía o su ineptitud, que aunque esto último sea negativo, se puede dar el caso.
Pero lo más importante, en esta situación, es que el pueblo soberano es el que decide quien puede regir el destino de la sociedad.

Todos nos equivocamos en algún momento, y en las circunstancias de unas elecciones políticas, también estamos expuestos a correr este riesgo. Sin embargo, este derecho nos lo concede un estado democrático, haciendo posible que un desacierto por parte de los votantes, que de cualquier manera es sano, nos permite  reparar el posible daño ocasionado.
Una crítica muy recurrida, de estos sectores públicos, son los errores cometidos durante las largas legislaturas de un mismo color político, pero volvemos a lo anterior, un referéndum hace viable el legítimo derecho ciudadano. Lo inaceptable es un largo periodo de mandato sin la participación del pueblo para dicha elección de gobierno, que lleva al acatamiento de órdenes sin razón ni justicia y sin libertad de opciones alternativas.
El acomodo de independencia colectiva y del bienestar social en un estado de derecho que creemos consolidado, nos lleva al olvido de actos críticos hacía los demás y de voces guiadas por el rencor y el resentimiento;  esto hace que la convivencia se deteriore y la transmisión de sentimientos encontrados hacia otros, necesíte una cura de urgencía.
La pérdida de memoria, parece que está instalada en nosotros sin atisbo de una pronta retirada. Así, olvidamos las censuras, murmuraciones, los juicios emitidos sin otro interés que el desprestigio hacia el émulo político y caemos en el aciago equívoco de la amnesia y el desprecio que conduce a la mezquindad.
También se olvidan las recriminaciones vertidas hacia todos los oponentes, de los que en algún momento se han manipulado versiones de su trayectoria pública y política, para la justificación de hechos simulados.
Pero lo peor, desde mi punto de vista, es el olvido de lo que fué y de lo que es, de lo que se hizo y lo que se hace, de pasar de la inexistencia pública a la presencia permanente, del “ahora sí y antes no”, del "ahora podemos, antes era imposible"...
Deberíamos retomar la antigua tradición de los “Mentideros Oficiales", con la ventaja de que en la actualidad contamos con hemerotecas donde, con total fiabilidad, podemos evidenciar cualquier falacia o aseveración referida en los “Mentideros Ociosos”, modernos y no oficiales.

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