He pensado muchas veces que hay personas con el oficio equivocado. Puede parecer que alguien sirve para una profesión y luego resulta que no, que su inclinación es otra.
Un claro ejemplo lo tenemos en Mariano Rajoy. Puede dar la impresión, por lo bien que desempeña su papel, que lo suyo sí es la presidencia de gobierno, pero estamos totalmente equivocados, su verdadera vocación es la filosofía. Y a las pruebas me remito.
Cuando hay que tomar una decisión, él sabe cuando hay que hacerlo: “Las decisiones se toman cuando hay que tomarse”. Cuánta lucidez en tan pocas palabras. No nos tomemos a la ligera esta reflexión. Hay políticos a los que la locura les hace adoptar decisiones sin detenerse a pensar en las consecuencias, como Monago que no piensa con la cabeza, o sí... este no es el caso del presidente. Si nos remontamos a tiempos pasados, veremos cómo toma una decisión cuando es el momento, ni un minuto antes, ni un segundo después. Allá por el 2012 tomó la brillante decisión de pedir el rescate económico -él dijo que era un crédito ventajoso- y después de tan elogiada resolución se fue a Polonia a la final de la eurocopa. Ya estaba todo solucionado en España.
La realidad, a veces, impide realizar algún deseo o compromiso. “Quien me ha impedido cumplir con mi programa es la realidad”. Se supera en cada afirmación. ¿Qué si no, puede hacerle imcumplir sus promesas electorales? Desde luego la falacia pre electoral, no. Tampoco el estar rodeado de un equipo de mangantes con corbata. No, es esa realidad traicionera que no le permite salir del entorno de esos gases nobles -dígase televisión de plasma- de los que es prisionero involuntario, creo.
La satisfacción al declarar la salida de la crisis, no siempre deja clara la complacencia del trabajo que se ha realizado. “Por tanto, yo estoy satisfecho de lo que ha ocurrido aquí; pero yo, desde luego, no estaré satisfecho hasta que en España haya crecimiento económico y se cree empleo. Hasta ese momento, satisfacción, ninguna”. ¡Por supuesto! Las satisfacciones hay que tenerlas claras. Que se lía un poco con los regocijos post crisis, no pasa nada, se aclara y siempre hacia delante. Como ha dicho recientemente su maestro Aznar: “Con dos… “. ¡Que grandes, ambos!.
Podría estar mucho tiempo contando su magnificencia como orador, pero a una persona humilde como él, no le gustaría que enumerara sus elocuencias filosóficas. Bueno, solo diré alguna más, para que veamos su grandeza:
“Porque después del año 14, viene el año 15”, no aclara si es a.C o d.C.
“España es un gran país que tiene españoles”, hasta ahora vamos bien.
“La segunda ya… tal”, quizás la tercera… ya cual.
“Dije que bajaría los impuestos y los estoy subiendo”, donde dije digo, digo diego.
El sucesor digital de Aznar, hace grande la oratoria política, o dicho de otra manera, Aznar dejó un sucesor digital, y solo él sabrá lo arrepentido que está de esa desdichada decisión.
Fin de la cita.
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