Dicen que las bicicletas son para el verano, pero esto se puede extender a cualquier artilugio con dos ruedas dispuesto a llevarnos allá adonde le pidamos.
Según el lugar elegido para el desplazamiento elegiremos un vehículo u otro, en este caso nos subiremos a una moto, es el artefacto idóneo, para recorrer los alrededores de nuestro entorno más cercano.
Nos embadurnamos de crema solar protectora, ajustamos los cascos, subimos a la motocicleta y nos vamos, dirección: la Axarquía profunda.
Salimos del pueblo, Zafarraya, y nos encaminamos hacia Alfarnate por el puerto de Los Alazores. Encontramos muchos ciclistas que hacen su recorrido dirección Loja, a pesar del calor que ya se empieza a notar.
Siempre que pasamos por el desfiladero de los Alazores, pensamos en lo bueno del lugar para las emboscadas y con una idea un tanto romántica, imaginamos las situaciones más variopintas y hasta trágicas, donde no faltan los bandoleros y las escenas de guerra.
Sólo le echamos una ojeada al pueblo de las cerezas y seguimos camino por la MA-115 hasta llegar al cruce con la A-7204, ahí optamos por la carretera de Colmenar.
Colmenar me trae recuerdos infantiles casi "hitchcochianos".
Recuerdo estar dentro del coche familiar, con la parte menuda de la familia dando gritos y pidiendo ayuda en un Seat “milquinientos”, que más parecía un tanque. A papá se le olvidó echar el freno de mano y allá que íbamos las herederas de la estirpe Calderón hacía un “destino” incierto, o cuanto menos, preocupante. Afortunadamente allí estaba mi hermano, héroe como los de antes y sin mallas, salió presto al rescate, y con el coche en movimiento, lento eso sí, se subió por el lado del conductor y logró frenar el “carro de combate”. El susto quedó sólo en una anécdota cómica para la posteridad.
Colmenar estaba en fiestas. Aprovechamos e hicimos un alto para refrescarnos un poco. Después dimos una vuelta por el pueblo, que a pesar de ser mediodía estaba casi desierto, supongo que por la resaca ferial y a la espera de que amainara un poco el bochorno del mediodía estivo.
Seguimos por la A-7204, una carretera sinuosa y suave, por la que, gracias al vehículo que nos llevaba, podíamos sentir el aire canicular y los olores de la campiña axarqueña. Veíamos pasar las higueras, las viñas, los almendros y los olivos con la música de fondo de las veraniegas chicharras que frotaban con frenesí sus alas para aliviar el calor. Y así llegamos a Riogordo....
Continuará...
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