Pedir perdón no hace que se solucionen los problemas, ni que veamos con mejores ojos al suplicante.
Hemos oído infinidad de veces pedir perdón a personas a las que parece imposible que se les pueda perdonar. Sin embargo con una falta absoluta de impudicia, exigen perdón para sus escarceos delictivos.
Los grandes momentos contemporáneos de un requerimiento de indulgencia, casi siempre están protagonizados por la cúpula política o real, a estos queridos personajes parece no importarles pasar la vergüenza de la súplica y la implicación de claudicación que ello conlleva.
Al Presidente del Gobierno, se le acumulan los momentos trágicos por los que ha pedido perdón, por ejemplo: Reconoció ante el Senado haberse equivocado por haber confiado en Barcenas, gran amigo suyo. Cuando María Chivite preguntó al Presidente por la pobreza, hizo un acto de valentía y se pronunció sobre los “asuntos” de corrupción que asolan el país, “compartía la indignación de todos los españoles” y lamentando profundamente la situación nos pidió disculpas a todos por designar a personas indignas en puestos de relevancia, sin embargo no adoptó ninguna medida.
La señora Aguirre, noble de España y no tan noble persona, tuvo que pedir disculpas urgentes porque su segundo de abordo, aquel que lo fue todo en el pp de Madrid y en el cual confiaba ciegamente, fue detenido por una larga lista de casos de corrupción, desde el caso Gürtel hasta la operación Púnica. Ella, desde luego, no sospechaba nada, si no “hubiera actuado con prontitud como ha hecho siempre”, ¡figura hasta la sepultura!.
¡Ay, González Pons! Todo un caballero de brillante armadura. Pidió disculpas por los errores cometidos en el pp de Valencia y dijo que “nunca más se volverán a repetir”, y cumplió su palabra. Desde entonces han dimitido Carlos Fabra, Francisco Camps, Juan Cotino, Ricardo Costa...le quedaba a Pons una espinita, Sonia Castedo, la mujer no sabía todavía donde tenía que presentar su dimisión y entre dar la mano al rey y la espalda a Rajoy, estuvo a la espera de lo que dijera su partido, y su partido habló.
María Dolores de Cospedal, se hace un batiburrillo en las ruedas de prensa y nos tiene a todos pendientes de lo que pueda decir ante los periodistas. Unas veces sale por peteneras y otras por seguiriyas, pero nunca aclara que palo toca.
“Hay que cercenar la corrupción allá donde brote”, esto lo dijo en un momento de lucidez y aunque no ha pedido perdón por los casos de corrupción de su partido, ha pedido disculpas por actitudes como las de Ricardo Costa. Esperará a pedir perdón por su incompetencia como Secretaria General de su partido, supongo.
Rafael Maluenda, Alberto Núñez Feijóo, Arantxa Quiroga, Andrés Llorens, Alfonso Grau... todos han pedido en algún momento perdón por corrupción propia o ajena, ya que de alguna manera se sienten señalados o implicados.
Es lo que hay.
La foto, como de costumbre, de Pixabay.
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