Según Pico della Mirandola solo el que sabe y puede gobernarse a sí mismo, según un principio racional, será una persona libre.
La dignidad de una persona es su derecho más valioso, lo que le hace diferente de otro ser sin inteligencia o con menos inteligencia, porque me planteo la pregunta de si es el hombre el único con ese derecho tan “humano”.
Si la dignidad hace a una persona merecedora de respeto, cuando esta se ausenta, el respeto desaparece. Y aunque todos somos muy dignos de consideración, si se justifica una irracionalidad, dejaremos de ser dignos y respetados.
La excepcionalidad del ser humano, le lleva en multitud de ocasiones, a creerse en el derecho de una existencia inteligente y única.
La doxa con la que algunos políticos nos sorprenden últimamente, mezclando engañosamente sus opiniones con falsas verdades, alterando vergonzosamente su dignidad, nos devuelven al estado al que nos tenían acostumbrados: vender su dignidad por unos pobres insultos que demuestran, una vez más, hasta dónde es capaz de llegar una persona en un ataque de ira.
La dignidad se pierde al mismo tiempo que la vergüenza.
Las personas que se dedican a trabajar por el pueblo, tienen que tener estas dos virtudes. La carencia de ellas solo indica el poco respeto que merecen, tanto política como personalmente, porque al fin y al cabo, la dignidad humana nos hace íntegros.
Kant ya lo dejó dicho.
La imagen pertenece al cuadro de Miguel Angel, La Creación de Adán en la Capilla Sixtina.
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