Organoclorados con actividad hormonal.
Poco a poco se va conociendo la toxicidad crónica de los pesticidas sobre la vida animal y la salud humana. La historia de la exposición humana a los pesticidas bioacumulables es una historia recurrente llena de mensajes contradictorios con más intención tranquilizadora que realista. Si hay un denominador común en los estudios que van dirigidos a la demostración de la exposición humana a pesticidas organoclorados es que los pesticidas "históricos":
Están presentes en nuestro medio y suponen el residuo más frecuentemente encontrado en tejidos humanos.
· No parece existir una población de referencia en los que la exposición no exista ya que la impregnación es universal.
· Utilizar la dosis interna (cantidad acumulada en grasa de uno o unos pocos de estos organoclorados) en estudios epidemiológicos y tratar de asociarlo de forma particular con alguna enfermedad es una tarea meritoria pero no exenta de dificultades.
La bibliografía médica de la última década nos ha enseñado que la aproximación metodológica indicada en ese último punto no debería mantenerse en estudios sucesivos. Durante este tiempo, múltiples estudios epidemiológicos han tratado, con mayor o menor éxito, de establecer una asociación entre la exposición a pesticidas organoclorados y el riesgo de padecimiento de cáncer de mama. Apoyados en observaciones previas en las que se había descrito una concentración de DDT y sus metabolitos en el tejido mamario de enfermas afectas de cáncer de mama mayor que la encontrada en pacientes no afectas del proceso tumoral maligno (para una revisión ver Helzlsouer et al., 1.999), varios estudios de grandes series de pacientes fueron sucesivamente desarrollados en New York (1.993), San Francisco (1.994), Vietnam (1.997), varios países de Europa, ent5re ellos España (1.997), México (1.997), Dinamarca (1.998) y Washington (1.999). La hipótesis común de estos estudios es que la exposición humana a DDT/DDE aumenta el riesgo de padecimiento de cáncer de mama.
Independientemente de este punto común cada uno de estos estudios presentaba además peculiaridades particulares:
· El comportamiento orgánico en que efectuar la medida del DDT y sus metabolitos, podría ser sangre o tejido adiposo.
· El carácter prospectivo o retrospectivo del diseños, es decir efectuando la medida de exposición con anterioridad al diagnóstico de la enfermedad o con posterioridad a este evento.
· La asociación de la medida del DDT con la cuantificación de otros compuestos organoclorados de interés como son los bifenilos policlorados o PCBs o algunos otros pesticidas organoclorados como mirex, clordecona, dieldrín, etc.
Los resultados de estos trabajos son muy dispares. Algunos de los estudios han asignado un papel al DDT en el riesgo de cáncer de mama (Wolff, 1.995), mientras que la mayor parte de los trabajos han fallado en el establecimiento de tal asociación. En otros casos el riesgo de enfermedad tumoral se ha asociado con la presencia de otros pesticidas distintos del DDT, como es el caso del dieldrín (Hoyer y cols., 1.998) o del mirex (Moysich, 1.998).
Dos hechos subyacen en el sostenimiento e interés de esta hipótesis científica. De una parte el reconocimiento de la capacidad mutágena/carciogénica de algunos pesticidas. Es decir, en el conocimiento experimental de su capacidad de producir tumores en animales de experimentación. Es bien conocido, y frecuentemente recordado, que los pesticidas están diseñados para eliminar seres vivos, por lo que la toxicidad de estos compuestos ha sido frecuentemente evaluada. De hecho en el informe de 1.997 de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer de Lyon (IARC, 1.997), se clasificaban 26 pesticidas en el grupo de sustancias con evidencia suficiente para ser considerados como carcinógenos y otros 19 adicionales en los que las pruebas no eran concluyentes pero la sospecha era razonable para entrar en esta clasificación toxicológica.
En segundo lugar el conocimiento relativamente antiguo de la actividad hormonal de DDT, sus metabolitos y algunos otros pesticidas organoclorados. Este es un fenómeno bien conocido y suficientemente probado que no ha sido evaluado en su auténtica extensión a pesar del interés de los organismos reguladores en que se afronte la hipótesis hormonal (Endocrine Disrupting Chemicals: A Challenge for the EU?. 1.998)
Actualmente el censo de pesticidas organoclorados con actividad hormonal se incrementa casi mensualmente. Tras la descripción pormenorizada de la estrogenicidad del DDT y algunos de sus metabolitos se supo que clordecona, kepona, dieldrín, toxafeno y endosulfán también se presentaban como mimetizadores hormonales en diferentes modelos y sistemas específicos de actividad estrogénica.
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