El conocimiento taxonómico de nuestro entorno, permite tener conciencia del riesgo que corren algunas especies del Polje de Zafarraya.
Un estudio exhaustivo de nuestra fauna demuestra la involución de la especie terrestre, los de movilidad de tracción de extremidades inferiores, exclusivamente. Esta regresión al ancestro primate, pone de manifiesto la incapacidad de la evolución, que a estas alturas de siglo, debieran ser cuanto menos preocupantes, ya que se creía que el desarrollo de la especie era un avance superado.
Sin embargo, la única certeza en esta realidad transfigurada, no es otra que el no declive del homo estólido. Queda lejos de ser un hecho, o al menos una esperanza.
No hay que desfallecer ante un contratiempo como el que nos ocupa, al contrario, hay que prevenir de los futuros riesgos de posibles resurgimientos de especies que ya se creían extintas y verdaderamente nocivas para las especies inteligentes. Únicamente hay que estar alerta para que no haya nuevos casos, con los actualmente contabilizados es suficiente.
De ahí que cuando la ciencia creía que la fauna no podía ser más mastuerza, últimos acontecimientos revelan el inquietante hallazgo de restos fósiles vivientes de fauna, con la increíble facultad de simbiosis con flora exquisita.
Este sincretismo entre tan variadas especies, no es casual ni fortuito, es la anexión creada a partir de requisitos constituyentes para la continuidad de la especie, en deseosa desaparición.
Todos sabemos que una combinación entre dos variedades, ya sea fauna y flora, flora y flora, fauna y fauna, el objetivo no es la conjunción de las especies, si no su desarrollo o desaparición, puede llevar al estudioso a confusión, esto es altamente arriesgado y desatinado, al no tener conciencia exacta de cuál es la solución.
Peor aún es el arreglo de este estudio, el porqué de la pervivencia de esta fauna en nuestro entorno, el porqué de esa fusión nefasta entre ambas especies que no aportan nada gratificante, ni a la vista, ni al oído. Además totalmente innecesarios para la continuidad de las especies en desarrollo.
Al menos podemos estar tranquilos, ya que su ciclo de aparición es de treinta días, apróximadamente. Pasado un espacio corto de tiempo en el que hacen acto de presencia, vuelven a desaparecer ante el más mínimo contratiempo que pueda poner en peligro su existencia, ya que pueden ser atacados por depredadores de la necedad y el despropósito.
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