titereEl arte del manejo de títeres no es reciente, al contrario, es un oficio muy antiguo, incluso más viejo que Maese Pedro con su parche verde.

La técnica de este oficio requiere de mucho talento, vocación y dominio de la manipulación.

Parecía que este bello arte era cosa del pasado, que desde nuestro quijotesco personaje a Juan de las Viñas no había gran cosa que ver en esta habilidad teatral.

Sin embargo, el siglo XXI ha traído de vuelta al más puro títere que jamás hubiéramos imaginado. Aunque tendría que decirlo en plural, ya que hay tal cantidad de títeres en el panorama nacional, que no es propio dejarlo solo en uno.

Podría empezar por el títere bufón, que se deja manejar por reminiscencias de épocas para olvidar, pero que le siguen moviendo sus cuerdas desde las profundidades del espacio escénico.

El títere digital que aunque pueda crear confusión con las nuevas tecnologías, no es otro que el que se muestra a dedo y actúa en espacios reducidos. Estos títeres son muy comunes en ámbitos conservadores, donde los muñecos de turno se dejan dirigir por manos con experiencia en el cambio de peleles.

El títere mimado se deja meter mano sin que haya intermediación de terceros. Este títere es ideal para ser manejado desde las alturas, donde luces y sombras crean el ambiente perfecto sin ser importunado.

¿Y qué decir del títere de peana, también llamado esperpento?. Esta marioneta guiada por un raíl, hace su movimiento de izquierda a derecha o viceversa, con lo que es fácil de predecir su ubicación en cualquier momento del espectáculo. Hay que decir que esta variedad tiene un gran seguimiento, al menos en nuestro país.

Los títeres de mecanismos, muy comunes en Europa, son muñecos manipulados internamente y necesitan la sincronización de varios titiriteros, todos ocultos, por supuesto, en rincones imposibles de detectar desde fuera, que es lo que pretenden las manos que los guían.

Hay también títeres de sombra, donde el titiritero maneja una figura blanca que al contacto con la luz poderosa se vuelve opaca. Aunque estos títeres son de tradición popular oriental, cada vez hay más afición a la opacidad de estas polichinelas en nuestro país.

Así nos encontramos con que todo títere aspira a convertirse en personaje de una trama, aún cuando su función sea dramática al final de la obra, como ocurre con los titiriteros de la escena nacional, que no son precisamente los artistas que muestran este antiguo arte en plazas y escenarios.

Los titiriteros actuales ejercen su oficio en despachos y escaños.

 

La foto es de Pixabay.

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